Comunicado Cumbre Amazónica – IV Reunión de Presidentes de Estados Parte del Tratado de Cooperación Amazónica

Esta resolución fue aprobada en el marco del XXVI Encuentro del Foro de São Paulo, realizado del 29 de junio a 2 de julio de 2023 en Brasilia.

La Amazonía tiene una superficie de más de 7 millones de km2, considerando los territorios que componen la selva en los ocho países de América del Sur: Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela, más la Guayana Francesa (departamento francés), y una población estimada de 34,2 millones de personas[1], la mayoría viviendo en ciudades.

La Cumbre de la Amazonía fue propuesta por el presidente Lula para que estos países “puedan, por primera vez, discutir de manera soberana la promoción del desarrollo integrado en la región, con inclusión social y responsabilidad climática”.

La región alberga una exuberante diversidad humana, cultural y paisajística. Además de un potencial inconmensurable para el desarrollo científico en los principales campos innovadores del capitalismo contemporáneo: la biología, la química y la genética, que hacen de la región objeto de codicia de los países hegemónicos y sus corporaciones.

En el contexto actual de cambio climático, el ecosistema amazónico sigue jugando un papel central en la creación de alternativas capaces de enfrentar los desafíos de las crisis ecológica, ambiental y climática. Es un referente para cualquier estrategia para la sustentabilidad de la vida en el planeta, que de manera extraordinaria engrosa su dimensión internacional y al mismo tiempo pone en riesgo la soberanía constituida en la Amazonía.

La incipiente cooperación entre los países amazónicos y la ausencia de políticas comunes es una de las razones del colapso de la gobernabilidad regional. La expansión del narcotráfico y el tráfico de armas, el uso de tierras indígenas y áreas protegidas para actividades altamente nocivas para el medio ambiente y los procesos de ocupación ilegal de tierras públicas afectan a los países amazónicos.

La economía no expresa la grandeza estratégica de la Amazonía si no considera las desigualdades históricas de la región, de las cuales se destaca la vulnerabilidad multifactorial de sus poblaciones tradicionales. Las políticas de acceso a la educación, la salud, el saneamiento, las comunicaciones y la infraestructura energética y de transporte son insuficientes para avanzar en la calidad de vida y el bienestar en la Amazonía.

Existe un enorme potencial para que los países amazónicos promuevan una bioeconomía de la sociobiodiversidad, integrada en cadenas regionales de alto valor agregado. El desarrollo soberano de esta nueva economía depende del fortalecimiento de las instituciones científicas, ambientales y normativas y de la participación de los trabajadores y de los pueblos y comunidades tradicionales.

Conclusión

Nada de lo que hemos esbozado anteriormente será posible sin una política de cero deforestaciones en la Amazonía. Se consolidan pérdidas irreparables de la selva y se necesita un amplio programa de reforestación para recuperar la integridad del medio ambiente amazónico.

Sin embargo, la esencia del problema ecológico no puede resolverse con intervenciones que preserven el capitalismo como modelo de desarrollo hegemónico. Este sistema realza la crisis ambiental en múltiples dimensiones e indica la urgencia de un horizonte utópico de transformación social.

Brasilia, 2 de julio de 2023.

[1] Núcleo de Altos Estudos Amazônicos (NAEA) / Universidade Federal do Pará (UFPA), 2013.

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