Reconstruir el polo y convertilo en la alternativa política del pueblo colombiano

Por Gloria Inés Ramírez Ríos (03/11/11)

Las elecciones de gobernadores, alcaldes, diputados, concejales y ediles, realizadas el pasado 30 de octubre, arrojan resultados que deben ser materia de un profundo análisis orientado a producir los cambios necesarios para que la izquierda pueda erigirse como una auténtica alternativa para el pueblo colombiano.
La campaña electoral se caracterizó, por la falta de garantías para la oposición y por la práctica de toda suerte de vicios, ilegalidades y ventajismos de los partidos y movimientos políticos del régimen dominante.
Así, por ejemplo, la Misión de Observación Electoral denunció que entre el 8 de febrero y el 16 de septiembre hubo 1.561 reportes sobre irregularidades y anomalías electorales, entre ellas, 46 asesinatos de candidatos y líderes políticos y 195 denuncias de vínculos de candidatos con agrupaciones ilegales. La Corporación Nuevo Arco Iris afirmó que “Los mayores electores de estas elecciones serán los contratistas, especialmente en los sectores de salud, educación y obras públicas”. El Procurador General de la Nación sostuvo que “la mayor amenaza, y que echa un manto de duda sobre nuestro sistema político y democrático, es la corrupción. Está desbordada”, al tiempo que reveló que había recibido 715 denuncias, la mayoría por indebida participación en política de funcionarios públicos, que habían sido anuladas 700 mil inscripciones de cédulas, que había numerosos candidatos con inhabilidades e incompatibilidades y que los presos por “parapolítica” intervenían en la campaña electoral. “Es indudable que muchos de ellos siguen teniendo liderazgo político y tomando decisiones”, fueros sus palabras al respecto.
Con este panorama, no es extraño que al término de los escrutinios se haya presentado la cifra sin precedentes de más de 80 asonadas, disturbios y protestas a lo largo y ancho del país, en rechazo a los resultados, con un saldo de dos muertos, numerosos heridos y detenidos y destrucción de varias sedes de alcaldías y registradurías.
El Presidente de la República que se había apresurado a hacer uno de sus conocidos balances triunfalistas, en una demostración de simplismo se limita a atribuirles los hechos a los “malos perdedores” y a amenazar con medidas de fuerza, cuando lo que hay de por medio son manifestaciones claras de repudio a un sistema electoral antidemocrático y corrupto que cada vez resulta menos confiable para los ciudadanos.
A esta situación no escapan los partidos, que más que organizaciones políticas guiadas por principios, programas y estructuras definidas, son maquinarias electorales al servicio de los intereses de la plutocracia empotrada en el poder. Los voceros de todos ellos, cada uno con su particular interpretación, han salido a hacer análisis sesgados y a reclamar grandes victorias que poco o nada concuerdan con la realidad.
Al respecto es pertinente recordar que, según cifras de la Registraduría, más 4.6 millones de votos por los alcaldes y más de 4 millones de votos por los gobernadores, que en los dos casos superan ampliamente la votación de cualquiera de los partidos, corresponden a candidatos inscritos por firmas, al margen de los partidos y movimientos políticos.
Los medios de comunicación dan cuenta de que al menos ocho gobernadores elegidos tienen vínculos con el paramilitarismo y que en similar situación hay numerosos alcaldes, diputados, concejales y ediles, lo que indica que el paramilitarismo no es cosa del pasado, como lo pregona el gobierno, y que sigue teniendo, al lado de sectores mafiosos, una considerable participación en la vida política del país.
Aún cuando esos mismos medios registran una leve caída en la abstención, la disminución en las cifras se explica por los ajustes que se le hicieron al censo electoral y no porque haya una mayor participación de los votantes, lo que quiere decir que alrededor de la mitad de los ciudadanos no participa de las elecciones por distintas motivaciones y pone en entredicho la legitimidad del Estado.
Es evidente que los resultados electorales constituyen un revés para los sectores más retardatarios, concretamente para el Partido Conservador y el uribismo, comprometidos a fondo en la corrupción, la “parapolítica” y una larga lista de hechos inmorales y criminales, pero otros sectores de la misma estirpe, como ya se anotó, lograron resultados positivos.
El Polo Democrático Alternativo, por su parte, hubo de afrontar la campaña en medio de una profunda crisis generada por la corrupción de la Administración de Bogotá, la ofensiva de desprestigio de los grandes medios de comunicación, la cooptación y el divisionismo auspiciados por el gobierno y la derecha, las contradicciones y problemas internos y la falta de garantías para el desarrollo de las actividades electorales.
En tan adversas condiciones, era lógico prever que los resultados no serían satisfactorios, como en efecto ocurrió, y sufrimos un grave retroceso que debe llevarnos a un examen profundo de lo ocurrido, de sus causas y consecuencias, de las rectificaciones que es necesario hacer en lo ideológico, lo político y los orgánico, para que a partir de los resultados electorales iniciemos la tarea de reconstrucción poniendo en práctica las lecciones tan duramente aprendidas.
La candidatura, primero, y la elección, después, de Gustavo Petro a la Alcaldía de Bogotá, ha dado para toda clase de análisis y especulaciones. No pocos militantes y simpatizantes de izquierda contribuyeron a elegirlo con el pretexto pragmático y oportunista del “voto útil”, para impedir el triunfo de Peñalosa. Este hecho y el pasado guerrillero de Petro le sirven de sustento a la tesis de que en Bogotá ha sido elegido un Alcalde de izquierda.
Quienes así razonan, pasan por alto que al interior del Polo Petro fue un permanente opositor a que el Partido se definiera como una organización de izquierda, que su tesis es la de ganar al centro y la derecha, que llegó a proponer la expulsión de la izquierda revolucionaria, que en varias ocasiones pretendió comprometer al Polo en un “Acuerdo Nacional” con la derecha, incluido el uribismo, y que hizo todo lo posible para destruir al Polo si no se sometía a sus particulares directrices. Una vez elegido, dijo que hay “muchas cosas para hablar con Santos” y anunció un “diálogo constructivo” con él. No se trata de criticar a Petro porque, hable con Santos; está forzado a ello en razón de sus funciones. Lo que hay que entender es que se trata de una política de hostilidad con la izquierda revolucionaria y de conciliación con el régimen dominante.
Lo que se pretende es reproducir en Colombia el esquema político de Europa, en donde la burguesía gobierna con partidos de derecha, per en momentos de crisis utiliza la carta de “izquierda”, representada en los partidos socialdemócratas, para continuar en el poder. Ese juego maquiavélico está siendo contundentemente desenmascarado por la realidad y lo cierto es que hoy los partidos de derecha y socialdemócratas descargan por igual las consecuencias de la crisis sobre los hombros de los trabajadores y las masas populares y arrasan las conquistas sociales para salvar a los capitalistas, particularmente a los magnates del sector financiero.
En el caso de Bogotá, hay que insistir con que los alcaldes elegidos en nombre del Polo no gobernaron con el Partido. En la última administración, las cuotas más importantes eran del Partido de la U, Cambio Radical, liberales y conservadores. Sin embargo, fue el Polo el que tuvo que pagar el costo político de la corrupción y el caos administrativo. Las ejecutorias de la compañera Clara López Obregón, aunque brillantes, no alcanzaron a contrarrestar el daño causado, entre otras razones, por el escaso tiempo que estuvo al frente de la Alcaldía.
A pesar de todo, el balance de las dos últimas administraciones deja un saldo positivo en materia de avances sociales para los sectores más desfavorecidos de la población, y ese es un patrimonio que hay que reivindicar para el Polo Democrático Alternativo.
También es positivo que, a pesar de la debacle, alrededor de 600 mil colombianos nos hayan favorecido con su voto, como es reconfortante el repunte de la lucha de masas expresado en las movilizaciones campesinas, indígenas y afrodescendientes, en las huelgas obreras y en los paros de distintos sectores de trabajadores, en las luchas estudiantiles contra la reforma neoliberal a la educación superior, en las protestas de los educadores y en un sinnúmero de manifestaciones de la inconformidad popular contra la política neoliberal, guerrerista, antinacional y antipopular del gobierno de Juan Manuel Santos.
Es sobre estas bases que debe iniciarse la reconstrucción del Polo Democrático Alternativo, como una opción de izquierda, profundamente comprometida con los intereses nacionales y populares, con la paz con justicia social, con la defensa de la soberanía nacional, con las luchas sociales y con los cambios democráticos avanzados que necesita el país. Esas banderas nadie nos las va a arrebatar porque son patrimonio de la izquierda y nosotros jamás renunciaremos a ellas.
En lo inmediato, hay que preparar el Seminario Ideológico del Polo y comenzar la organización del Tercer Congreso para asegurar que esos eventos sirvan al objetivo central de reconstruir el Polo y avanzar en la construcción de la alternativa política que necesita el pueblo colombiano.

GLORIA INÉS RAMÍREZ RÍOS
Senadora de la República por el PDA
Bogotá, D.C., 3 de noviembre de 2011