Livro sobre las resoluciones del XVII Encuentro del Foro de São Paulo

Por Valter Pomar (16/06/11)
El XVII Encuentro del Foro de São Paulo fue realizado entre los días 18 y 20 de mayo, en Managua, Nicaragua. Participaron 640 delegados de 48 partidos, provenientes de 21 países de América Latina.
Estuvieron presentes, también, 33 invitados de 29 otros partidos, provenientes de África, Asia y Europa.
Antes de la plenaria final del XVII Foro, se reunieron el Grupo de Trabajo, las tres secretarías regionales (Andino Amazónica, Cono Sur, Mesoamérica y el Caribe), diversos talleres temáticos y el III Encuentro de las Juventudes del Foro de São Paulo.
El conjunto de las resoluciones, declaraciones y documentos resultantes está disponible en la página electrónica del Foro (www.forodesaopaulo.org). En este libro, reunimos los textos que tienen carácter oficial. El XVII Encuentro ocurrió con ocasión del aniversario de nacimiento de Augusto César Sandino y también del aniversario del Frente Sandinista de Liberación Nacional, que fue la organización anfitriona de esta edición del Foro, que manifestó su apoyo a la candidatura de
Daniel Ortega en las próximas elecciones presidenciales nicaraguenses, marcadas para el final de 2011.
Además del presidente Ortega, estuvieron presentes al XVII Encuentro del Foro de São Paulo los presidentes Manuel Zelaya y Luiz Inácio Lula da Silva.
Lula, además de ex-presidente del Brasil y dirigente del Partido dos Trabalhadores, es uno de los fundadores del Foro de São Paulo.
Destacamos, también, el mensaje enviado por el presidente Hugo Chávez y leído por Nicolás Maduro, canciller de la República Bolivariana de Venezuela.
El XVII Encuentro del Foro de São Paulo ocurrió en una coyuntura internacional muy complicada y peligrosa. Los Estados Unidos y sus aliados, para tentar superar la crisis internacional y el deterioro de su hegemonía, insisten en políticas conservadoras, neoliberales y militaristas.
El Foro evaluó positivamente las rebeliones populares ocurridas em el Magreb y el Oriente Medio, con destaque para Egipto y Túnez. Pero el imperialismo no asiste pasivo a la caída de sus aliados. La ingerência de la OTAN en el conflicto libio, ingerencia repudiada por el Foro, es un ejemplo de esto.
Evidentemente, el XVII Encuentro del Foro de São Paulo dedico grande parte de su tiempo para el análisis de la situación en América Latina y el Caribe.
Hemos debatido el proceso de integración, las luchas sociales y políticas, el accionar de los gobiernos, así como las varias elecciones previstas para 2011 y 2012, legislativas y municipales inclusive. Declaramos nuestro apoyo a los partidos del Foro y a las candidaturas progresistas, populares y de izquierda. Ansiamos por la victoria de Ollanta Humala, efectivamente ocurrida luego del XVII Encuentro. Saludamos las negociaciones que posibilitarían, también luego de La reunión del Foro, el regreso de Manuel Zelaya a Honduras.
Emprestamos nuestro apoyo al Polo Democrático Alternativo y hicimos nuestra defensa de una salida pacífica negociada para El conflicto armado existente en Colombia. Insistimos que descolonizar inmediatamente es preciso, en Puerto Rico, en todo el Caribe, en las Malvinas.
Reafirmamos nuestra defensa de los procesos de integración, bajo sus varias formas, entre ellas ALBA y UNASUR. Aplaudimos La realización, en Caracas, de la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), reuniendo todos los países del continente, excepto Estados Unidos y Canadá.
Con mucho gusto recibimos al MAS de Bolivia como nuevo integrante del Grupo de Trabajo del Foro de São Paulo. Y escogemos a Venezuela para sede de la XVIII edició edición del Foro de São Paulo, en meados de 2012.
El Foro de São Paulo contiene diferentes familias ideológicas y organizaciones que tienen gran representatividad en sus países. Nuestros partidos gobiernan diversos países de la región. Exceptuando Cuba – cuyo gobierno es resultado de una lucha armada revolucionaria, en un
proceso que, en 1961, asumió un carácter socialista–, los demás gobiernos resultan de victorias electorales, en una onda iniciada en 1998 con Hugo Chávez y que se extendió hasta 2009, con Mauricio Funes y, ahora, Ollanta Humala.
Estos gobiernos mantienen entre si importantes diferencias, que van de las causadas por la naturaleza y geografía, pasando por las históricas y sociales, hasta aquellas producidas por las diferentes líneas políticas, tanto de la izquierda que llegó al gobierno, cuanto de la derecha que pasó a la oposición.
La diversidad está en la base de la fuerza de las izquierdas latinoamericanas y caribeñas. Si fuera solamente una, si siguiera un único odelo, la izquierda no habría conseguido vencer las elecciones en países tan distintos.
Pero, al mismo tiempo, estas diferentes izquierdas enfrentan, igualmente: a) la herencia del neoliberalismo, del desarrollismo conservador y del colonialismo; b) la oposición radical que un sector de la elite hace a cualquier tipo de política redistributiva, sea de poder, sea de riquezas,
sea de acceso a derechos sociales; c) la actitud belicosa de las antiguas metrópolis contra gobiernos latinoamericanos que priorizan las relaciones entre si y también priorizan los procesos de integración regional. La influencia de la izquierda en América Latina y el Caribe torno posible combinar, de manera más efectiva que nunca en nuestra historia, soberanía nacional e integración regional, desarrollo económico, igualdad social y democratización política.
Para transformar esta posibilidad en realidad, la izquierda política y social latinoamericana y caribeña tendrá que enfrentar varios desafios tácticos y estratégicos.
El primero de estos desafíos es derrotar el contraataque promovido por la derecha latinoamericana y sus aliados metropolitanos. Este contraataque incluye: a) una campaña mediática permanente
contra la izquierda; b) la tentativa de dividir los gobiernos de izquierda en la región entre “moderados” y “radicales”, jugando unos contra los otros; c) la promoción de campañas de desestabilización e inclusive golpes, de los cuales hasta ahora tuvo éxito solamente lo de Honduras; d) El lanzamiento de candidaturas electoralmente competitivas, táctica que tuvo éxito en Panamá, Costa Rica y Chile; d) la presión militar, a través del relanzamiento de la IV Flota y de la ampliación del número de bases militares de los EUA y aliados europeos en la región.
El segundo y el tercero desafío de la izquierda político-social latinoamericana consisten en: a) no perder los gobiernos nacionales conquistados hasta ahora; b) conquistar nuevos gobiernos nacionales. Ello se ha logrado en Perú, cerrando paso al regreso del fujimorismo, y posteriormente hay procesos electorales en Guatemala, Argentina, Nicaragua, Venezuela y México, entre otros.
El cuarto desafío de la izquierda político-social es, en los países donde controla el gobierno nacional, impulsar cambios estructurales de naturaleza democrático-popular.
Si la izquierda no es capaz de al menos dar pasos en dirección a estas reformas, detener el gobierno no posee significado estratégico, aunque en lo immediato ayude a mejorar la vida del pueblo. Empero, para realizar reformas estructurales (o por lo menos para acumular fuerzas en ese sentido), un gobierno de izquierda necesita de sustento político sin el cual puede ser derrocado. Es por estas razones que, para cumplir el cuarto desafío, se hace necesario considerar de manera adecuada la correlación de fuerzas, mediante el análisis concreto de la situación concreta.
El quinto desafío de la izquierda político-social latinoamericana y caribeña está en acelerar el proceso de integración regional, fundamental para reducir la ingerencia imperialista y aprovechar de manera sinérgica todo el potencial de nuestro continente.
Sin duda, la integración no asegura un futuro socialista para cada uno de los países de América Latina y el Caribe y no cualquier integración es compatible con una estrategia socialista. Pero en la actual situación internacional, para la mayoría de los países de ALC, solo la integración torna posible el desarrollo y hace del socialismo una alternativa realista.
Un sexto desafío es volver hegemónica a una cultura popular latinoamericana y caribeña en la región ya que, en realidad, el american way of life sigue culturalmente hegemónico, aún cuando EEUU reciba fuertes cuestionamientos del punto de vista político.
El séptimo desafío está relacionado con la ampliación de La capacidad teórica y política de las izquierdas latinoamericanas y caribeñas. Se destaca la necesidad de extender la coordinación entre
gobiernos, partidos y movimientos sociales. Sin ello será cada vez más difícil enfrentar a la derecha en el plano nacional o bien afrontar los desafíos de la integración continental y de la inestabilidad mundial.
La reflexión teórica necesita poner más atención en el debate sobre el capitalismo del siglo XXI, en el balance del socialismo del siglo XX y en la discusión estratégica. Esto incluye poner en ecuación la relación entre línea política, base social, partido, gobierno y Estado. Y además incluye poner en la ecuación la relación entre transformación nacional e integración regional.
Los próximos años nos reservan importantes batallas. Que la lectura de las resoluciones del XVII Encuentro colabore para nuevas victorias.
*Valter Pomar, miembro de la Dirección Nacional del Partido dos Trabalhadores y Secretario Ejecutivo del Foro de São Paulo
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