Convertir lo malo en bueno

Por Javier Colomo Ugarte
El origen de la crisis política en Paraguay fue la muerte de seis policías y once campesinos que se produjo el 15 de junio tras la ocupación por un grupo de campesinos de la finca de Morombí, de unas 2.000 hectáreas en la localidad norteña de Curuguaty, perteneciente al empresario Blas N. Riquelme, de 83 años, vinculado al partido conservador Colorado
Unos 300 agentes intentaron desalojar a los campesinos sucediéndose una serie de enfrentamiento que terminaron con seis policías y once campesinos muertos. Horas después de los violentos hechos, el presidente de Paraguay Lugo, destituyó al ministro del Interior, Carlos Filizzola, y al comandante de la Policía, Paulino Rojas.
Tras estos hechos, el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), con el que gobernaba Lugo en coalición, le retiró su apoyo y se unió a su eterno contrincante, el Partido Colorado, para provocar un juicio político contra el presidente. Este proceso está contemplado en la Constitución vigente desde 1992. Lugo, sustituido por el vicepresidente Federico Franco 13 meses antes de culminar su mandato por decisión del Congreso, acató el fallo de destitución.
Los mandatarios de los países de la región han mostrado su desacuerdo con el proceso de destitución, porque el mismo no ha contado con garantías por falta de tiempo para la defensa  del presidente paraguayo. Entre la duras críticas a esta destitución destaca la condena de las presidentas Argentina y Brasileña, y las declaraciones de los presidentes de Venezuela, Ecuador y Bolivia de no reconocer por ilegitimo al nuevo mandatario. Juan Manuel Santos, presidente de Colombia, llamó a la “calma” y advirtió que “no se deben utilizar procedimientos legales para abusar en cierta forma del poder”.
La realidad es que en lo que va de siglo en América Latina el flagelo de intentos de usurpación de poder por parte de los sectores de la derecha tradicional vinculados a grandes latifundistas, por medios ilícitos, han venido produciéndose en varios países de la región, como han sido los casos de Venezuela, Bolivia, Ecuador y Honduras.
No obstante, la realidad ha sido también que tras los sucesos para desbancar del poder a gobernantes legítimos, tanto en Venezuela, Ecuador y Bolivia, la reacción de las sociedades respectivas de estos países y la de los países sudamericanos en general ha sido la de apoyar con mayor fuerza a los presidentes de izquierda en favor de las transformaciones socioeconómicas para mejorar la calidad de vida de amplios sectores de la sociedad, profundizar la democracia y dar un mayor impulso a los procesos de integración regional con el fortalecimiento de la UNASUR y MERCOSUR .
Los sucesos en Paraguay no van a ser diferentes, si bien, los poderes fácticos que están detrás de esta salida forzada del presidente paraguayo, han conseguido su propósito de destituirlo, la situación en la que han quedado los nuevos gobernantes de Paraguay respecto de los países de la región es de un aislamiento total. La pretensión de que una vez pasado un tiempo, la situación se normalizará, esta fuera del contexto histórico de integración y democratización que están viviendo los países de la región.
En contraposición a la firme postura de los mandatarios sudamericanos, contrasta la posición condescendiente de los países y medios de comunicación occidentales que muestran un tácito apoyo a la forzada y poco democrática destitución del presidente de Paraguay. Los mandatarios sudamericanos tendrán que tomar nota de esta actitud contemporizadora que Occidente manifiesta siempre con las intentonas golpistas, priorizando su interés neocolonial sobre la consolidación democrática en los países sudamericanos.
La última palabra la tendrá UNASUR, en la que debe ser una postura regional ante lo acontecido en Paraguay. Sería deseable, aunque es poco probable porque tal vez no se logre el consenso necesario, se procediera en el sentido expresado por la presidenta de Brasil, “Para un país que no respeta la cláusula de la democracia la sanción debe ser la no participación de los organismos multilaterales, es decir, la expulsión del Mercosur y Unasur”, pero lo que si es evidente que está acción antidemocrática no quedará sin respuesta. Y, esta tropelía, se convertirá como otras protagonizadas por la derecha más retrógrada de los países latinoamericanos, en un victoria pírrica y transitoria que a la postre tendrá el efecto contrario que pretendía, y la democracia saldrá fortalecida .
Hay un dicho que se usa en política, que dice: “hay veces que la oportunidad permite convertir lo malo en bueno”. En Venezuela, la intentona golpista del 2002, le sirvió al presidente Chávez y a la sociedad venezolana para depurar el Estado de elementos golpistas, los mismo hizo Correa en Ecuador tras la intentona para derrocarlo en el 2010. En el presente caso, tanto UNASUR como MERCOSUR, debieran aprovechar este error de la derecha paraguaya para fortalecer la integración de los países de Sudamérica, a la que viene oponiéndose la derecha paraguaya en el caso de Venezuela, y establecer principios más contundentes a favor de la democracia y la integración en el periodo que Paraguay tarde en convocar elecciones democráticas, formalizando la integración de Venezuela en MERCOSUR, y dotando a la UNASUR de  mayores poderes políticos, para lo que todas las constituciones de los países de este bloque debieran establecer los mecanismos legales coincidentes en tal sentido.