30 años del Foro de São Paulo: hechos y datos

La compañera Monica Valente, Secretaria Ejecutiva del Foro de São Paulo, me pidió que contribuyera con un balance general sobre los treinta años de creación de esta organización.

Dado que ha pasado tanto tiempo, creo que vale la pena sistematizar algunas informaciones históricas, principalmente transcribiendo algunas que están en el libro Foro de São Paulo: construyendo la integración latinoamericana y caribeña[1], escrito por Roberto Regalado y yo y publicado por la Editora de la Fundación Perseu Abramo en 2013. Gran parte de lo que sigue, por lo tanto, es una transcripción libre de ese libro, intercalada con algunos comentarios del momento actual.

Del 2 al 4 de julio de 1990, en el Hotel Danubio, en la Avenida Brigadeiro Luís Antonio, en la ciudad de São Paulo, tuvo lugar el “Encuentro de partidos y organizaciones de izquierda de América Latina y el Caribe”. Participaron unas 60 organizaciones de 14 países de la región. Varias de estas organizaciones ya no existen. La lista de participantes incluye, de Argentina: 1. Grupo de los Ocho; 2. Frente Izquierda Unida; 3. Movimiento al Socialismo; 4. Partido Comunista Argentino; 5. Parte Intransigente; 6. Partido Intransigencia Revolucionario; 7. Partido Socialista Popular; 8. Partido Revolucionario de los Trabajadores; 9. Partido Obrero; 10. Movimiento de los de Abajo; 11. Movimiento de los Descamisados; 12. Unidad Socialista; de Bolivia: 13. Eje de Convergencia Patriótica; 14. Partido Comunista Boliviano; de Brasil: 15. Partido de los Trabajadores; 16. Partido Comunista de Brasil; 17. Partido Comunista Brasileño; 18. Partido Democrático de los Trabajadores; 19. Partido Socialista Brasileño; de Colombia: 20. Partido Comunista Colombiano; 21. Unión Patriótica de Colombia; de Chile: 22. Izquierda Cristiana; 23. Movimiento de Izquierda Revolucionaria; 24. Partido Comunista de Chile; de Ecuador: 25. Liberación Nacional; 26. Movimiento Popular Democrático; 27. Partido Comunista del Ecuador; 28. Partido Socialista del Ecuador; 29. Partido Socialista Popular; de Paraguay: 30. Corriente Patria Libre; 31. Partido Comunista Paraguayo; 32. Partido Revolucionario Febrerista; 33. Partido de los Trabajadores; de Perú: 34. Movimiento al Socialismo; 35. Partido Comunista Peruano; 36. Partido Unificado Mariateguista; 37. Partido Comunista Revolucionario; 38. Unidad Democrática y Popular; de Uruguay, doce organizaciones vinculadas al Frente Amplio de Uruguay; de Venezuela: 40. Causa R; 41. Movimiento al Socialismo; 42. Movimiento Electoral Popular; 43. Partido Comunista de Venezuela; de México: 44. Partido de la Revolución Democrática; 45. Partido Popular Socialista; de El Salvador: 46. Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional; de Cuba, Partido Comunista; de República Dominicana: 48. Partido Comunista Dominicano.

Se han destacado en número de asistentes las delegaciones de Uruguay (18 representantes de doce partidos miembros del FA), Argentina (17 representantes de doce partidos) y Brasil (17 representantes de cinco partidos y varias personalidades).

Por otro lado, se destacaron las ausencias del Frente Sandinista para la Liberación Nacional, de Nicaragua (FSLN), que fue desalojada del gobierno en las elecciones de febrero de 1990; el Partido Revolucionario Democrático de Panamá (PRD), cuyo gobierno fue víctima de la intervención militar del imperialismo estadounidense en diciembre de 1989; y la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), que seguía como organización guerrillera. Tampoco participaron delegados de Honduras, Costa Rica o los países del Caribe anglófono y francófono.

La idea de celebrar ese “Encuentro de partidos y organizaciones de izquierda de América Latina y el Caribe” surgió en una conversación entre Fidel Castro y Lula, durante una visita de este último a Cuba, realizada poco antes.

Recordemos que, poco antes, en 1989, PT y Lula casi habían ganado la presidencia de Brasil. Una estrella en ascenso, en un momento en que la izquierda enfrentaba dificultades en todo el mundo (como la Plaza de Tiananmén, el Muro de Berlín, la derrota electoral sandinista y, poco después, el fin de la URSS).

El Encuentro de Partidos y Organizaciones de Izquierda de América Latina y el Caribe fue uno de los muchos eventos similares convocados en ese momento para reflexionar sobre la “crisis del socialismo” y el “ascenso del neoliberalismo”. Lo más interesante de esa reunión, específicamente, fue la presencia de todas las corrientes ideológicas de la izquierda latinoamericana, desde los movimientos guerrilleros hasta los partidos socialdemócratas y progresistas.

Esto también se facilitó porque el Encuentro fue concebido como un evento que se celebraría una sola vez, y no como el acto consciente de crear un Foro político.

Fueron tres los temas abordados por el Encuentro:

1- “Cambios en el orden internacional y su importancia para América Latina y el Caribe”, incluidos los subtemas “los cambios en el sistema capitalista mundial”, “el impacto de la ofensiva neoliberal” y “la crisis del llamado socialismo real”;

2- El “balance de las luchas por la democracia y el socialismo en el continente”;

3- “Los problemas estratégicos de la lucha por el socialismo”.

Cada uno de estos temas presentó conferencias introductorias seguidas de un debate. Una curiosidad es que el “Encuentro de partidos y organizaciones de izquierda en América Latina y el Caribe” tuvo lugar al mismo tiempo que la Copa del Mundo celebrada en Italia. Cuando comenzó el encuentro, el equipo brasileño ya había sido eliminado. Argentina se clasificó para la semifinal, jugó con Italia en la tarde del 4 de julio, al mismo tiempo que estaba programada la sesión de trabajo previa al cierre.

El Encuentro de Partidos y Organizaciones de Izquierda en América Latina y el Caribe aprobó la Declaración de São Paulo, convocó un II Encuentro en la Ciudad de México, decidió realizar un seminario sobre temas económicos relacionados con la crisis capitalista y programas alternativos, así como un intercambio de experiencias de partidos y organizaciones de izquierda que ejercieron los gobiernos locales.

El foco de las intervenciones realizadas durante el Encuentro fue condenar el capitalismo neoliberal y afirmar la necesidad de construir un paradigma socialista basado en las raíces históricas y culturales de América Latina y el Caribe.

Con respecto al socialismo, el debate mostró que había una atomización de las evaluaciones sobre los eventos en curso en la URSS: ¿estábamos enfrentando una crisis del socialismo en general, de un modelo de construcción socialista o de ciertas políticas aplicadas en la URSS? Sobre Cuba, las opiniones se dividieron entre aquellos que consideraban que el proyecto cubano de construcción socialista solo requería ajustes mínimos, y aquellos que creían que Cuba debería reemplazar el sistema de un solo partido con un gobierno alterno entre partidos con diferentes identidades socialistas, o alentar la creación de corrientes internas en el PCCu que, incluso dentro del unipartidismo, garantizaran la interacción y la posibilidad de elegir entre diversos puntos de vista y propuestas. También se abordaron la subordinación de los sindicatos y otras organizaciones sociales al partido, el control del partido sobre los medios y la nacionalización de la economía. Al mismo tiempo, los pronunciamientos de solidaridad con Cuba fueron unánimes frente a la hostilidad, las amenazas y el aumento de la política de bloqueo y aislamiento del imperialismo estadounidense.

El borrador de la Declaración de São Paulo, que sería discutido en la tarde del 4 de julio, fue escrito por una comisión integrada por el PT del Brasil, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional de El Salvador, el Partido Comunista de Cuba y el Partido Unificado Mariateguista del Perú. Sin embargo, justo cuando se planeó discutir y aprobar la Declaración, empezaba la semifinal de la Copa del Mundo entre Argentina e Italia en Nápoles. Lula suspendió la sesión hasta el final del partido. Argentina venció a Italia en los penaltis (el 8 de julio, en la gran final, Argentina sería derrotada por Alemania).

La interrupción de la sesión plenaria hizo que el borrador de la Declaración de São Paulo se sometiera a discusión y aprobación cuando algunas delegaciones estaban a punto de irse, lo que generó cierta tensión. Surgieron varias divergencias, entre ellas la referencia a objetivos socialistas, que motivaron la objeción de dos fuerzas políticas, con una composición interna plural, que acogían a corrientes socialistas y no socialistas, a saber, el Frente Amplio do Uruguay y el Partido de la Revolución Democrática de México.

El comité de redacción recibió un voto de confianza para, considerando los cambios indicados en el plenario, preparar el documento final. La versión final de la Declaración de São Paulo identificó los ideales de los participantes en el Encuentro de julio de 1990, como “izquierdistas, socialistas, demócratas, populares y antiimperialistas”. La Declaración también agregó que el surgimiento y desarrollo de amplias fuerzas sociales, democráticas y populares es un motivo de aliento que “confirma a la izquierda y al socialismo como alternativas necesarias y emergentes”.

Aunque ese enfoque anticapitalista y esa afirmación del ideal socialista reflejaban las convicciones expresadas por casi todos los participantes, el texto de la Declaración omitió la riqueza y la complejidad de la controversia sobre la democracia, incluida la ambigüedad y el eclecticismo de la defensa de la democracia “sin apodos” y el respeto al Estado de Derecho, además de ignorar, por otro lado, las objeciones a la definición socialista formuladas por representantes del Frente Amplio de Uruguay y el PRD de México.

El rechazo a la creación de una organización que se parecía un poco a la III Internacional, es decir, gobernada por un “partido central”, motivó el énfasis en el carácter de un foro abierto y plural. La misma preocupación también llevó a la creación de un Comité Organizador para el II Encuentro, tanto para apoyar al partido anfitrión como para garantizar la pluralidad en los criterios políticos y organizativos. Este comité estaba compuesto por: PT del Brasil, PRD de México, Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) de El Salvador, Izquierda Unida (IU) del Perú, FA de Uruguay y el PC de Cuba.

Considerando la importancia de la recién derrotada Revolución Popular Sandinista, el FSLN fue invitado a formar parte del comité organizador, a pesar de no haber participado en la reunión de São Paulo.

Fue solo en el II Encuentro que el Foro de São Paulo recibió este nombre. Como ya se dijo, la sede del II Encuentro fue México, en reconocimiento al PRD como una de las principales fuerzas relevantes en la nueva etapa de las luchas de la izquierda latinoamericana.

Por lo tanto, el ciudadano nació en 1990 y fue nombrado en 1991. Pero el certificado de nacimiento lleva la fecha correcta: 04/07/1990. O, si lo desea, el embarazo tuvo lugar en 1990, el nacimiento en 1991, en México, del 12 al 15 de junio de 1991.

La reunión de São Paulo representó, en mayor o menor medida, todas las corrientes de la izquierda latinoamericana, que presentó una amplia gama de posiciones sobre los temas en debate, con predominio del rechazo al capitalismo y el “socialismo real”, así como la ratificación de la validez del ideal socialista, aunque concebido de maneras diversas.

En general, ese ideal tomó distancia de los errores y desviaciones en los que, según los criterios de cada participante, incurrió la URSS. Como resultado, el socialismo latinoamericano deseado sería democrático, descentralizado, participativo, eficiente, sostenible, con un enfoque de género, respeto a la diversidad étnica y cultural, preferencia sexual, etc. En un libre resumen, todo lo mejor.

Dado que el Encuentro de São Paulo había permitido una “catarsis” sobre el “socialismo real”, era lógico que en los preparativos para el II Encuentro, la evaluación del camino hacia el poder, la estrategia, las formas de lucha salieran a la luz.

La derrota sandinista en las elecciones de febrero de 1990 había demostrado que un triunfo militar del FMLN en El Salvador o el URNG en Guatemala sería imposible. Pero en Colombia, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército Popular (FARC-EP) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) mantuvieron la lucha armada, mientras que otros grupos insurgentes en esa nación siguieron los pasos del Movimiento 19 de Abril (M-19), que dejó sus armas y se convirtió en un movimiento político legal. Perú, por otro lado, fue sacudido por las acciones del movimiento revolucionario Tupac Amaru (MRTA) y por los actos terroristas del Sendero Luminoso.

La controversia sobre la estrategia y las formas de lucha no se limitó al plano conceptual, sino que también involucró movimientos hechos para determinar la composición y la correlación de fuerzas dentro del Foro. Esquemáticamente, había por un lado aquellos interesados en incorporar fuerzas políticas de mayor expresión electoral y también en limitar la acción de los “pequeños grupos” presentes en grandes cantidades en el Encuentro de São Paulo; y por el otro, fueron quienes exigieron que el criterio para aprobar las admisiones fuera aceptar el “carácter socialista” de la Declaración de São Paulo. De ese conflicto surgió un precario equilibrio: la incorporación de fuerzas que no habían asistido al Encuentro de São Paulo, sin excluir a ninguno de los partidos y organizaciones que han estado allí.

También hubo una controversia sobre el nombre del Encuentro. Algunos insistían en renombrarlo como Encuentro de Partidos y Organizaciones Democráticas y Populares de América Latina y el Caribe, bajo el argumento de que uno no podía “ser de izquierda” y, al mismo tiempo, aspirar al gobierno. Otros propusieron una denominación basada en objetivos generales: soberanía, igualdad, desarrollo, etc. Ante la imposibilidad de un acuerdo, la invitación al II Encuentro decía: “Los partidos y movimientos políticos del Foro de São Paulo convocan a un Segundo Encuentro: América Latina y el Caribe frente a la reestructuración hegemónica internacional”.

Esta formulación incluso fue cuestionada, con el argumento de que podría considerarse alusiva a la Declaración de São Paulo, cuya orientación era socialista. Pero después de un largo y difícil debate, prevaleció ese nombre: tenía la ventaja de mantener la identificación con la reunión inicial, al tiempo que pedía la incorporación de fuerzas políticas de un espectro más amplio. Sin embargo, después de la reunión del Comité Organizador, en el cual el nombre Foro de São Paulo fue respaldado en la convocatoria del II Encuentro, la minoría insatisfecha reabrió el debate con la intención de revertir esa decisión.

Este enfrentamiento duró varios meses hasta que la mayoría a favor del nombre Foro de São Paulo le pidió a Lula y Cuauhtémoc Cárdenas que ejercieran su liderazgo con aquellos que mantuvieron su desacuerdo hasta las últimas consecuencias. Fue la acción personal de estos dos líderes que consumaron el bautismo del nuevo grupo político regional.

Los criterios políticos y organizativos señalaron que el Foro de São Paulo no se convertiría en una Internacional, ni trataría de convertirse en un competidor de otros grupos de partidos políticos latinoamericanos existentes, como la Conferencia Permanente de Partidos Políticos en América Latina y el Caribe (COPPPAL), la Coordinación Socialista Latinoamericana (CSL) y el Comité para América Latina y el Caribe de la Internacional Socialista (IS).

También se decidió que el Foro de São Paulo no debería usarse para resolver las diferencias entre dos o más partidos miembros en el mismo país. Tampoco se aceptó la propuesta de aprobar un Manifiesto y una Plataforma Programática, porque era contradictorio con la definición de no construir una Internacional. El acuerdo era emitir una Declaración Final preparada en el curso de los debates.

Además, se acordó aceptar la presencia, como observadores, de partidos y organizaciones políticas de otras regiones interesadas en asistir, especialmente de Estados Unidos, Canadá y Europa. Al mismo tiempo, se decidió no estimular la presencia de observadores extranjeros. Y no adoptar resoluciones sobre lo que se había definido, en ese momento, como “temas extra continentales”.

El II Encuentro de Partidos y Movimientos Políticos del Foro de São Paulo se celebró en la Ciudad de México, del 12 al 15 de junio de 1991, con la participación de 68 fuerzas políticas latinoamericanas y caribeñas, y la presencia de 12 organizaciones observadoras de Norteamérica y Europa.

A pesar de las muchas divergencias, la mayoría de los partidos y movimientos políticos presentes en el II Encuentro compartía el interés en crear un espacio para la convergencia. El Comité Organizador del III Encuentro se amplió con el Movimiento Bolivia Libre (MBL) y el Movimiento Lavalás de Haití. Se eligió a Nicaragua como sede del Tercer Encuentro, un país en el que el gobierno resultante de una revolución armada fue derrotado en las urnas. La metamorfosis del FSLN, desde la fuerza gobernante revolucionaria hasta la fuerza política opuesta, fue para muchos un símbolo de los nuevos tiempos.

Desde entonces han pasado tres décadas, durante las cuales se llevaron a cabo 25 encuentros del Foro de São Paulo. A continuación, el año y la ciudad sede: Sao Paulo, 1990; México, 1991; Managua, 1992; La Habana, 1993, Montevideo, 1995; San Salvador, 1996; Porto Alegre, 1997; México, 1998; Niquinohomo, 2000; La Habana, 2001; Antigua, 2002; Sao Paulo, 2005; San Salvador, 2007; Montevideo, 2008; México, 2009; Buenos Aires, 2010; Managua, 2011; Caracas, 2012; Sao Paulo, 2013; La Paz, 2014; México, 2015; San Salvador, 2016; Managua, 2017; La Habana, 2018; Caracas, 2019.

Hoy, alrededor de 123 partidos y organizaciones políticas participan del Foro de São Paulo. La derecha, como Cabo Daciolo[1] dejó claro en su denuncia de “URSAL”, piensa que el Foro de São Paulo es una organización de conspiración, en el mejor de los casos; o, en el peor de los casos, piensa que es, en palabras del canciller brasileño Ernesto Araújo[2], una “red de corrupción, dictadura, narcotráfico y terrorismo”.

El Foro no es ni una cosa, ni otra. Sus reuniones y resoluciones son públicas desde el inicio. Así como fue público que el proceso que permitió a los partidos y presidentes con algún tipo de vínculo con el Foro llegar a los gobiernos de varios países de la región: 1998, Chávez; 2002, Lula; 2003, Néstor Kirchner; 2004, Tabaré Vázquez; 2005, Manuel Zelaya; 2006, Evo Morales y Michelle Bachelet; 2007, Daniel Ortega y Rafael Correa; 2008, Fernando Lugo; 2009, Mauricio Funes; 2011, Ollanta Humala.

Además, en muchos países de América Latina y el Caribe, los partidos vinculados al Foro llegaron al segundo lugar en las elecciones presidenciales (Colombia, por ejemplo, con Carlos Gaviria, en 2006).

Después de la crisis del 2008, tuvo inicio un movimiento opuesto de golpes de estado y derrotas de partidos y candidaturas vinculadas al Foro. A respecto, se puede leer la opinión del Foro, por ejemplo, en dos textos: en el “Consenso de Nuestra América”, aprobado en el Foro celebrado del 15 al 19 de junio de 2017 en Managua; y la Declaración del XXV Encuentro del Foro de São Paulo, celebrada en Caracas. Finalmente: fui Secretario Ejecutivo del Foro de São Paulo entre 2005 y 2013. Desde entonces, excepto por una breve visita al encuentro celebrada en San Salvador en 2016, nunca he participado en ninguna de las actividades del Foro y, por lo tanto, no tengo elementos directos para dar una opinión. Dicho esto, creo que el Foro, con los ajustes que son indispensables, sigue siendo un instrumento fundamental para la lucha por la integración regional, el desarrollo, las libertades democráticas, el bienestar social, la soberanía y el socialismo en América Latina y el Caribe.

Y, si todo va bien, Olavo de Carvalho, Ernesto Araújo y Cabo Daciolo serán recordados por toda la eternidad.

Valter Pomar es profesor de relaciones internacionales en la Universidad Federal del ABC y miembro de la Dirección Nacional de PT.


[1] N. del T.: https://elahp.com.br/foro-de-sao-paulo-construindo-a-integracao-latinoamericana-e-caribenha-roberto-regalado-e-valter-pomar/

[2] N. do E.: candidato presidencial en las elecciones brasileñas de 2018.

[3] N. do E.: Ministro de las Relaciones Exteriores de Brasil del gobierno Bolsonaro.