Reflexiones sobre el pensamiento estratégico del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz (Contribuición del PC Cuba)

PRESENTACIÓN

Hablar de la historia política de Cuba entre la década de los años 40 del pasado siglo y los días actuales, es equivalente a abordar los aportes éticos, políticos, ideológicos y humanistas de Fidel Castro Ruz, entre otros igualmente relevantes, al proceso emancipador de la Nación cubana.
Él muestra de forma inobjetable, en la defensa de sus ideas y en su práctica política, la tesis martiana de que “hacer, es el mejor modo de decir”1.
La coherencia política y personal fue (y es) uno de sus rasgos mayores. Ello explica, en un altísimo grado, por qué inspiró tanta confianza política en su pueblo, en la izquierda mundial, en las personas de bien y generó respeto, incluso, en sectores políticos que le adversaban.
Transformó la práctica del ejemplo en todas las esferas, en factor de credibilidad y autoridad política y moral. Por esta razón se puede afirmar, de manera categórica, que los valores éticos que sintetizó el primero de mayo del 2000 al definir el contenido del concepto Revolución2, constituyen un retrato involuntario de su propia vida.
Por la convicción de que el revolucionario no debe “mentir jamás”, promovió la práctica del ejercicio de la crítica y la autocrítica como instrumento de renovación perenne de la obra revolucionaria y de la Revolución misma, siempre en diálogo con el pueblo y teniendo a éste como interlocutor creador y activo. Tal práctica terminó siendo, como lo es hoy, un factor de legitimación constante y eficaz de la dirección revolucionaria que sigue su ejemplo.
En el campo más general de la política, Fidel, como José Martí, “siempre concibió las decisiones a adoptar desde posiciones de principio y a partir de valores morales no negociables, a la vez que evaluó con objetividad impecable la correlación de fuerzas existente y las exigencias políticas de cada circunstancia, tanto en el marco de la política interna como en la cambiante arena internacional”3
En uno y otro campo dio estricto cumplimiento a esta máxima martiana: “en política, la única fuerza definitiva e incontrastable es la honradez”4
De talento político y cultura excepcionales, supo desentrañar con maestría las complejas interrelaciones dialécticas existentes entre la cambiante realidad nacional y la internacional. Tuvo siempre, en este sentido, plena claridad de que la solidez de la política interna de la Revolución sería, como se ha comprobado una y otra vez, la precondición esencial para el desarrollo de una política exterior exitosa, respetable y respetada, siempre desde el ejercicio de la verdad y la defensa honrada de las posiciones de Cuba.
En el ámbito de la política interna actuó desde la convicción de que “en Cuba, Revolución, Socialismo e Independencia Nacional están indisolublemente unidos”5. Tres pilares visualizó como ineludibles para alcanzar esta síntesis: a) la participación política democrática del pueblo, ininterrumpida y cada vez más consciente; b) la construcción de un sólido proceso de unidad nacional y alrededor del proyecto de sociedad socialista; y c) la formación de valores patrióticos, internacionalistas, antiimperialistas y humanistas en todas las cubanas y cubanos.
La población cubana, en su inmensa mayoría, abrazó con entusiasmo las primeras medidas de beneficio popular que dieron identidad propia a la Revolución, desde los primeros días del año 1959. Esta conducta resultó de un hecho objetivo: el triunfo contra la dictadura de Batista6 solo fue posible porque el pueblo, de forma masiva, heroica y entusiasta, apoyó las banderas levantadas por Fidel en la Historia me Absolverá7, verdadero programa político de amplia convocatoria social.
El río humano, de mayoría humilde, que transformó la guerrilla comandada por él en un ejército popular victorioso, creó las bases subjetivas para que la Revolución fuese vista como propia por esta mayoría. La dirección rebelde tuvo la sabiduría de colocarla como defensora activa de sus derechos y demandas históricas.
En esencia, la participación política del pueblo en el proceso de toma de decisiones en todas las esferas del país, con desiguales niveles de eficacia – es cierto – fue un hecho sustantivo desde los momentos iniciales de 1959. La profundización de esta participación popular en la vida del país, fue objetivo de Fidel en cada una de sus decisiones.
A tal empeño, y en línea con los valores unitarios proclamados por José Martí, incorpora una aleccionadora estrategia orientada a construir la unidad nacional que necesitaba Cuba para enfrentar los planes contrarrevolucionarios impulsados por la oligarquía criolla y sus amos de Washington.
El camino hacia la unidad proclamada y necesitada por la Patria y la Revolución nunca fue de fácil materialización, por razones que escapan a esta breve presentación. Siempre estuvo claro para Fidel que el camino hacia la unidad es una construcción colectiva, con frecuencia marcada por momentos de alta tensión, que demanda de la fuerza mayoritaria – en nuestro caso el Movimiento 26 de Julio – generosidad, paciencia, humildad y una clara convicción de que la edificación del socialismo a 90 millas de los EEUU, solo podría lograrse a partir del compromiso de todas y todos los cubanos patriotas.
Para el Líder Histórico de la Revolución, como para el General de Ejército Raúl Castro, la construcción y la defensa de la unidad, es la táctica y la estrategia principal y sagrada de la Revolución. Lo es también para el Partido Comunista que fundaron.
Fidel capta de forma temprana, además, que en las condiciones geoestratégicas de Cuba, y por ser una nación codiciada por las élites políticas del Imperio yanqui desde mucho antes de adquirir éste status, no podría haber Revolución triunfante sin que el anti-imperialismo se arraigase en la conciencia colectiva de la población.
La política revanchista y brutal de 12 sucesivas administraciones imperiales contra Cuba, contribuyó en no poca medida a que este principio adquiriese contenidos concretos en la cultura política nacional.
Esta cultura, a diferencia de la promovida por Washington, permite identificar las diferencias que existen entre el pueblo de los Estados Unidos y sus élites gobernantes. Por esta razón el cubano es un pueblo radicalmente antiimperialista, no anti-estadounidense. Esto último sería tan primitivo como el anti-cubanismo que hoy da sustento a la política del gobierno de Trump hacia Cuba.
De forma simultánea, en la Revolución Cubana la práctica del internacionalismo se transforma en otro de los pilares del sistema de valores promovidos a escala de toda la sociedad. Fidel lo define como “la mejor esencia del socialismo”.
La idea de “compartir lo que tenemos, no lo que nos sobra”, se instala como referente ético y hoy forma parte consustancial del sistema de valores que la dirección revolucionaria promueve con énfasis creciente, sobre todo entre las nuevas generaciones de cubanas y cubanos.
En el terreno de la política externa de la Revolución Cubana, el papel de Fidel no solo fue fundamental, como en las demás esferas de la política interna del país, sino que resultó decisivo como inspirador, arquitecto, conductor y ejecutor principal de la misma.
Como estadista visionario comprendió, desde antes del primero de enero de 1959, que la política exterior, como todas las acciones de defensa de una Revolución hecha en las proximidades de los Estados Unidos, tendría que materializarse a partir de una insoslayable participación activa, organizada y consciente de toda la sociedad. La historia de estos 60 años le dio con creces la razón.
Para él, en consecuencia, la política exterior no podía quedar circunscrita a los aparatos estatales y gubernamentales especializados, entre los que ocupa un lugar fundamentalísimo la diplomacia. Debía integrar de forma complementaria y creativa la acción simultánea de esta última y la de todas las organizaciones políticas, sociales, de masas y profesionales en capacidad de cumplir misiones de interés para los objetivos de Cuba en el sistema de relaciones internacionales, conforme a las exigencias de cada momento o coyuntura. De esta manera, transformó al pueblo en sujeto activo de la política exterior.
Con visión anticipatoria visualizó los peligros que se ciernen sobre la especie humana, de continuar el mundo actual con los excesos resultantes del modelo capitalista de consumo. Sus ideas centrales sobre este tema las resume en la Cumbre de Río de 1992, con estas 4 frases lapidarias:
• “Una importante especie biológica está en riesgo de desaparecer por la rápida y progresiva liquidación de sus condiciones naturales de vida: el hombre”8
• “Es necesario señalar – añade – que las sociedades de consumo son las responsables fundamentales de la atroz destrucción del medio ambiente. Ellas nacieron de las antiguas metrópolis coloniales y de políticas imperiales que, a su vez, engendraron el atraso y la pobreza que hoy azotan a la mayoría de la humanidad…”9
• “Si se quiere salvar a la humanidad de esa autodestrucción, hay que distribuir mejor las riquezas y tecnologías disponibles en el planeta. Menos lujo y menos despilfarro en unos pocos países para que haya menos pobreza, menos hambre en gran parte de la Tierra”10
• “Cesen los egoísmos, cesen los hegemonismos, cesen la insensibilidad, la irresponsabilidad y el engaño. Mañana será demasiado tarde para hacer lo que debimos haber hecho hace mucho tiempo”11
En rigor, las palabras citadas parecen dichas para las respuestas que la Humanidad está urgida de dar a los actuales desafíos del medio ambiente. Poseen, por tanto, total vigencia.
Otro tema que ocupó a Fidel desde los primeros días del triunfo revolucionario, fue el de la necesidad de construir una América Latina y el Caribe no solo integrados, sino unidos, dentro de la mejor tradición bolivariana y martiana.
Así lo revela de forma enfática en Caracas (Enero/1959), su primera visita internacional como máxima figura de la Revolución triunfante. Aquí llamó, de diversos modos, a la más amplia unidad de los pueblos de la región, desde la convicción de que “la integración podía convertirse en un arma para la defensa de sus recursos naturales y de su soberanía”12
La selección de textos que ponemos a consideración del lector, sobre el pensamiento y la multifacética obra política del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, posibilitará un acercamiento mayor a los temas mencionados en esta presentación.
Por el valor cognoscitivo y político que posee, los textos seleccionados están precedidos de 4 documentos ya históricos: la Carta de Despedida del Che, los dos discursos pronunciados por el General de Ejército Raúl Castro en el marco de las honras fúnebres del Líder Histórico de la Revolución y el discurso de Miguel Díaz-Canel Bermúdez en la plenaria especial sobre el pensamiento de Fidel, en ocasión del XXIV Encuentro del Foro de Sao Paulo, en La Habana. Cada uno de ellos muestra al líder que conocieron, siguieron sin reservas, honraron y honran con lealtad.
Notas del Editor y Compilador.
1 Ver en “Propósitos”. José Martí. Revista Venezolana. Caracas. 1.7.1881. También en Obras Completas. Volumen 7. Pág. 197.
2 El Primero de Mayo del 2000, en la Plaza de la Revolución, Fidel Castro Ruz da lectura a la definición del concepto Revolución (“Es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado….). Refleja, de forma sintética, la historia de la Revolución; resume las pautas que orientan la actual fase de construcción del socialismo en Cuba; refleja los valores desde los cuales nos proponemos perfeccionarlo y es, en esencia, un retrato de la propia vida del Líder Histórico de la Revolución.
3 Ver en discurso pronunciado por Miguel Díaz Canel Bermúdez, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, en la plenaria especial sobre el pensamiento de Fidel Castro Ruz, efectuada en el Palacio de Convenciones. La Habana, el 17 de julio de 2018.
4 En Estados Unidos. El Partido Liberal. México. 11 de enero de 1888
5 Castro Ruz, Fidel. Discurso en el Cacahual…
6 Se refiere al Gobierno dictatorial de Fulgencio Batista, apoyado y armado por los Estados Unidos; que se instaló en el poder el 10 de marzo de 1952, fruto de un golpe de Estado, y que dejó una estela de más de 20 mil muertos, la inmensa mayoría fruto de la tortura, los asesinatos extrajudiciales y todo tipo de violencias contra el pueblo que decidió apoyar la lucha insurreccional en la Sierra Maestra.
7 Documento histórico que sintetiza el acto de autodefensa de Fidel Castro Ruz, en el juicio a los Asaltantes al Cuartel Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, en Santiago de Cuba y Bayamo, respectivamente, el 26 de julio de 1952. Se transformó, por su análisis de la realidad nacional y sus propuestas de cambio para el país, en el Programa del Moncada, que permitió construir la más amplia unidad nacional para transformar a Cuba, de la neocolonia que era, al país soberano, independiente, democrático y digno que es hoy
8 Castro Ruz, Fidel. Discurso pronunciado en Río de Janeiro, en la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, el 12 de junio de 1992.
9 Idem
10 Idem
11 Idem.